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miércoles, 24 de agosto de 2011

De Albuquerque, o Albukiki como dice por aquí, a Grand Canyon

Albuquerque es también una ciudad colonial de origen español y, al igual que Santa Fe, conserva todavía el sabor de sus orígenes aunque es bastante más ciudad. Se fundó en 1706 pero sigue teniendo todavía su plaza principal con los edificios administrativos de la época muy bien conservados. Tema: Eso es algo que nos sorprende mucho de las ciudades americanas, no tienen un lugar central alrededor de lo que gire todo, son una sucesión de barriadas sin apenas comercio dejando para eso los mall de las afueras. Los edificios de esta ciudad son muy bonitos, el que más nos gusta de todos es el Teatro Kimo, art decó con influencias indias.



En una barbería exponen portacaramelos Pez, de los de toda la vida, tuneados por un artista local. Son sencillamente geniales.


Cruzamos el Río Grande que sale en tantas películas camino de Arizona. A la salida de la ciudad, a unas pocas millas, comienzan los casinos regentados por los indios ya que están exentos de impuestos. Paramos en uno de ellos, Casino Route 66, buscando la pared con los escudos de todos los estados que cruza la ruta. Lamentablemente lo están reformando y ese mural ha desaparecido. A la entrada con encontramos con unos moteros mejicanos muy majetes que están haciendo la ruta después de una concentración de motos en Sturgis en la que han estado hace un par de semanas. Nos dicen que se han reunido más de 500.000 moteros de todo el mundo!!! Tuvo que ser increíble. Continuamos y pasamos sobre el Río Puerco atravesando el puente original de 1933.



Después de Laguna Pueblo llegamos a Mesita, lugar donde la ruta se pone realmente dura pero aún se puede recorrer un poco. El pueblo está ajado, seguimos encontrando muchas casas de piedra casi totalmente derruidas. Sigue la herencia colonial vemos de pronto Sacred Heart Mission. Los locales siguen siendo muy introvertidos prohibiendo estacionamientos y sólo nos paramos a sacar una foto a la misión. En todas las guías nos dicen que hay que ser muy respetuosos con las normas e intentamos respetarlas al máximo.

Como no hay mucho más que hacer, seguimos la ruta. Marian conduce y le toca pasar por la Roca del Búho y por la segunda Dead's Man Curve que hasta ahora hemos encontrado. La carretera gira 180º en una curva enooooooorme donde nos encontramos con los moteros mejicanos del Casino haciendo fotos. Casualidad? No cuando sigues la ruta :P

Echando una manilla con las fotos a los colegas de la ruta

En La Laguna encontramos otra misión, esta vez con convento incluido que se llama San Jose Mission. En McCartys, otra misión, Santa Maria de Asoma Church. Ojo, hay otra que es una réplica, la buena está en lo alto de una loma. Parece que la ruta es temática por tramos. Unos cuantos de gigantes, otros de gasolineras, otros muchos de neones..., y ahora de misiones. El paisaje cambia otra vez y empieza lo que llaman la tierra de malpaís, zona volcánica, negra y totalmente árida donde es imposible que crezca nada. La ruta es impracticable y vamos por la freeway I-40. En Grants paramos a comer en El Cafecito. A pesar de su nombre no hay espresso ¿? Pasado Thoreau cruzamos la llamada Línea de reparto de las aguas. A la izquierda caen en el Pacífico, a la derecha en el Atlántico. Es un sitio un poco confuso porque hay dos señales que lo marcan, cada una con una añtura diferente. La zona está plagada de tienduchas nada interesantes regentadas por indios Navajos.




La tormenta nos persigue. Llegamos a Gallup, la capital de los indios de América. Justo a la entrada está El Rancho Hotel, muy famoso por las estrellas de cine que se alojaban en él cuando se rodaban las pelis del Oeste o simplemente porque sí. El hotel tiene mucho encanto y a cada habitación  le han puesto el nombre de un actor/actriz.

Marian y Geni en un mapa del hotel de
El Muy Leal Reino de Nuevo Méjico
 

En la ciudad hay un mural muy especial dedicado a los Code Talkers, los indios Navajos que durante la Segunda Guerra Mundial protegieron las comunicaciones de los americanos gracias a la extrema dificultad de su lengua. En total 420 navajos trabajaron en la codificación y sólo en 1968 se liberó el código al mundo. Como agradecimiento a su lealtad el gobierno americano decidió que el 14 de agosto sería el día nacional de los codificadores navajos. Esta historia nos enternece y como pequeño homenaje nuestro, les dedicamos este huequito en nuestro blog.




Vemos los rastros de las líneas ferroviarias. Si ya hemos cruzado decenas de vías de tren, lo de ahora es increíble. Nos encontramos trenes de 4 locomotoras con más de 100 vagones, sin exagerar que los contamos. De nuevo nos llueve entrando en el estado de Arizona, tremendo ya que se llama así porque literalmente es la zona árida. Nos encontramos con el Petrified Forest y con el Painted Desert. Nos abruman los colores, poco más se puede decir. Colores y más colores en los que leer la historia de la tierra como si fuera un libro abierto. Entramos en el parque con otra hora de regalo por haber cambiado de estado. Cuando creímos que sólo teníamos menos de una hora resulta que ganamos una más. Sintonizamos una emisora navajo y tenemos la suerte de encontrarnos una auténtica ceremonia tribal que celebra la llegada del agua que nos persigue desde kilómetros atrás.




A lo largo del camino nos encontramos, cómo no, señales de la ruta. Hay una parte del parque que literalmente se ve atravesada por ella y como homenaje hay una reseña a la misma. La ruta continua siguiendo la hilera de los postes de luz.



En el bosque petrificado se encuentran árboles fósiles que por la evolución de la tierra 
se han conservado fosilizados hasta hoy. Es una pena, no hay apenas luz para fotos peor disfrutamos a rabiar de las vistas. Tenemos un ratito de mido, hay que salir a las 7 y vamos casi media hora tarde y aún en el parque. Encontrarnos un montón de coches parados nos tranquiliza.

Salimos del parque con más miedo que 40 viejas, sobretodo porque a la salida la barrera está bajada. Finalmente salimos sin problemas. Intentamos llegar al Wigwam Motel en Holbrook pero lamentablemente estaba completo. Es uno de los hoteles emblemáticos de la ruta, muy de la época, cada habitación es un tipi en sí misma, muy kitsch y a la vez muy americano. La decepción de no tener disponibilidad y la urgencia de encontrar un lugar para dormir nos hace aplazar la visita para el día siguiente. Recorremos todos los moteles de Holbrook: en uno había una cucaracha, otro olía a zorro, otro era espeluznante, en otro el recepcionista se enfada con Álvaro... Acabamos en el Globetrotter Lodge, muy chulo, regentado por Mister Sobaco, un austríaco llamado Peter que a pesar de tener el mejor motel de la zona olía que daba miedito. Cenamos en un Steak House y nos vamos a dormir. Estamos cansados.

sábado, 20 de agosto de 2011

De Tucumcari a Albuquerque

Por la mañana lo primero que hacemos es la famosa ruta de los neones de la ciudad de Tucumcari. De noche son preciosos pero la mitad de ellos no funcionan así que si quieres verlos todos ha de ser de día cuando realmente aprecias la decadencia del lugar. En su momento de esplendor, la ciudad tuvo que ser increíble. Te imaginas calles llenas de chicas con faldas por debajo de la rodilla y cola de caballo y de chicos engominados con chaquetas con coderas y solapas hasta el hombro. Nos encanta. Y por fin encontramos un sitio con un café como debe ser. Ya era hora!!! Los Trading Post empiezan a verse por todas partes. 
Atravesamos Montoya, un pueblecito despoblado con tierra roja y paisaje rocoso.


En Newkirk más de lo mismo, casas decadentes y medio derruidas y mucho "Prohibido el paso y el estacionamiento". No parece que los locales sean muy cordiales. Por si las moscas casi ni nos bajamos.


Atravesamos El Cuervo, ciudad tan pequeña que antes de empezar ya estábamos fuera, pero el tramo de la ruta sigue ahí el paisaje es espectacular.


Santa Rosa nos decepciona un poco. Lo que esperábamos como una ciudad colonial en realidad es un paisaje de rótulos a lo largo de la Historic Route 66. Hay un punto de buceo que se llama el Blue Hole que por lo visto es famosísimo debido a la extrema visibilidad del agua que proviene de un pozo artesiano. En el Auto Route 66 Museum por 5$ entramos, hacemos un par de comprillas de la ruta y vemos una colección de coches que el dueño lleva restaurando desde hace años. Según nos cuenta, empezó con miniaturas cuando tenía 6 años, más tarde se pasó a los coches y ahora que tiene 63 ha conseguido una cantidad considerable. Algunos de ellos están a la venta y la verdad, viéndolos, no nos parecen muy caros. El Sheriff del Condado de Guadalupe, que casualmente anda por ahí con su pistola y su chapita, nos hace una foto!!!




A partir de Santa Rosa la ruta se bifurca. El antiguo trazado, que hasta 1937 pasaba por Santa Fe, se convertía en un recorrido muy sinuoso después de las planicies que dejabas atrás y muchos pioneros se dejaron la vida ahí. Se puede continuar hasta Moriarty y ahí retomar la 66 hasta Albuquerque o ir a Santa Fe. Nosotros optamos por el desvío y seguir la antigua ruta, os lo aconsejamos. Y Marian, por fin, se hace la ansiada foto en el school bus, ole, ole, ole.
Homenaje al cole Cumbres, lo que se ve
por arriba es el dedo de Geni
Cruzamos el río Pecos que en su momento debió de ser la leche por aquello de “el más malo al oeste del Pecos”. Debe ser verdad porque nosotros ya estamos al oeste y somos lo peor. Comienza el paisaje realmente rocoso, nos estamos acercando al Gran Cañón y flipamos con lo verde que está todo. Santa Fe es una de las ciudades más típicas de la ruta ya ha sabido preservar todo el mestizaje de las antiguas colonias españolas, las tribus indias y la influencia de los pioneros. El pueblo es muy colorista y está lleno de tiendas de todo tipo de artesanía local. Muy entretenido.Y de repente, cuanto menos lo esperamos, nos encontramos en Madrid. Un pueblecito en el medio de la nada que no tiene nada de castizo. Es un pueblecito muy pintoresco, en un paraje muy montañoso con lo que Marian llama “bolas verdes”, léase, los arbustos que asocias la lejano oeste dando girando por las calles.


Alvaro y Geni en Madrid ¿?

Kevin y Nancy, del Blue Swallow, nos habían recomendado un motel a las afueras de Albuquerque para dormir esa noche en una caravana. Se llama Enchanted Trails RV Park & Trading Post. Es un camping de caravanas que además alquila caravanas como habitaciones y que tiene un edificio principal decorado como el Blue Swalow. Por supuesto, nos perdemos para llegar y cuando conseguimos dar con él estaba cerrado, no funcionaba la recepción. Una local muy amable con familia en Sigüenza –verídico- que no hablaba nada de español y que estaba por allí haciendo la colada en la lavandería del motel, intenta ayudarnos dejándonos hasta su móvil. Acabamos sentados a la puerta buscando un plan B en Albuquerque dándolo todo. Qué lástima....

 
Al final dormimos en el Sandia Peak Inn, un motel regentado por una “cotorra india” como dice la rubia. Una mujer que llegó desde India con 8 dólares en el bolsillo cuando tenía 22 años sin saber ni una palabra de inglés y hoy, con 53 años, tiene el segundo mejor motel valorado en Trip Advisor de una ciudad que tiene más de 150. Eso sí, nos enteramos de ello porque sólo le preguntamos si tenía dos habitaciones libres. Era una kilo lengua brutal, si hasta nos enseñó su casa!!!

viernes, 19 de agosto de 2011

Cadillac Ranch, Midpoint y Blue Swallow Motel

Con las maletas llenas de ropa limpia nos subimos la coche y a los dos minutos ya estamos parando. De verdad que somos lo peor, no hay manera de salir del tirón. Esta vez es para echar aceite y gasolina al coche. Damos una vuelta por la ciudad y volvemos a recuperar las huellas de la ruta. Hay una gasolinera Art Decó preciosa, muy distinta a las que hemos visto hasta ahora. Se llama U Drop Inn, data de 1936 y merece una parada. Está en perfecto estado aunque ahora mismo sólo aloja la cámara de comercio y una mini exposición de fotografías de la ruta. Nos enteramos del origen del nombre de la ciudad: los inmigrantes irlandeses, lógico. De hecho, todavía celebran a lo grande el día de San Patricio.
U Drop Inn en Shamrock
En McLean encontramos también una gasolinera naranja de Philips que nos gusta mucho. Esta ciudad es muy famosa por dos cosas muy raras: ahí fue donde se inventó el alambre de espino para controlar al ganado –tienen un museo de todos los tipos que hay, el Devil’s Rope, que obviamente pasamos olímpicamente de visitar- y por tener un campo de prisioneros alemanes durante la Segunda Guerra Mundial ¿? Cosas que tiene la vida…

De camino a Jericho hay un área de descanso, también Art Decó, que es realmente bonita. Está fuera de la ruta y si quieres visitarla tienes que avanzar y luego retroceder. Tiene unos murales de teselas muy chulos que están en los baños, así que si quieres verlos, hay uno en el de chicas y otro gemelo en el de chicos.

También tiene dentro el único refugio público en caso de tornados que hemos visto hasta ahora. Dos puertas acorazadas y una sala con unas paredes muy gruesas son la única defensa.

En Jericho hay uno de los peores tramos de la ruta, salíos en cuanto podáis a la freeway.

Groom tiene pocas cosas que ver. Básicamente unos grandes depósitos de agua de los que nos alejamos rápidamente porque están tan torcidos que miedito da que se nos caiga uno de ellos encima. También tienen la cruz más alta del oeste, Cross of Our Lord Jesus Christ. Una cosa un poco extraña, en el medio de la nada con varias esculturas alegóricas a la vida de Jesús, incluida una Santa Cena. 

Se supone que en Conway uno puede desviarse para ver el Palo Duro Canyon, pero nosotros nos esperamos a ver el Gran Cañón para no enrollarnos mucho.

Llegamos hasta Amarillo y vamos derechitos a Boots and Jeans. Se supone que en esta tienda tienen la mayor oferta de ropa vaquera y botas de cow boy, pero la verdad es que no nos lo parece tanto. Tienen mucho, eso es verdad, pero no sé si tanto como para ser la mayor tienda del mundo de estas cositas. Acabamos pecando, Marian y Alvaro se compran unos sombreros geniales. El de Marian de una muy sexy cow girl y el de Alvaro de Indi.


Comemos en un sitio que Sanidad debería cerrar, el Big Texas Steak Ranch, conocido por que si te comes el chuletón de 72 oz., con su ensalada, su patata asada y lo que más nos flipa, con 3 gambas jumbo rebozadas, en menos de una hora no lo pagas. En el centro del restaurante tienen un templete con sitio para 6 personas, con 6 cronómetros y con sus correspondientes papeleras para vomitar, en caso de necesidad al lado. Nos dicen que lo intentan de 6 a 8 personas diarias y que un 30% lo consigue!!! Llegamos a la conclusión de que es una turistada importante.


Cadillac Ranch, uno de nuestros sueños. Se trata de una instalación al aire libre en la que Stanley Marsh 3º, un multimillonario tejano, encargó a cuatro artistas. Como oda a los Cadillac, éstos clavaron en el suelo 10 modelos del 49 al 63 con el morro enterrado siguiendo el ángulo de inclinación de las pirámides egipcias que los que visitan decoran con graffitis. Periódicamente los repintan de nuevo de un único color y todo empieza de nuevo. No sólo los coches son espectaculares, también lo es el paisaje de botes de spray vacíos que lo rodean. Nos entregamos con fervor a dejar nuestra huella en la ruta.


En Adrian cruzamos el ecuador de la ruta, bienvenidos al Midpoint, lugar equidistante entre Chicago y Los Ángeles. Celebramos con orgullo nuestra mitad de la ruta!!!



El famoso restaurante Midpoint café está cerrado pero hay un pick up en el que los viajeros dejan testimonio de su media hazaña, juassss…


Seguimos encontrado vestigios de la excentricidad del millonario tejano en una serie de señales a lo largo de la ruta con mensajes más que extraños, muy divertidas.

Cruzamos Nuevo Méjico y gran alegrón, el cambio horario nos hace ganar una hora al día, genial!!! Comienza la aridez de la ruta, es impresionante los cambios de paisaje que estamos viviendo. Carretera llana, recta y sólo pequeñas mesetas de color rojo a los lados, chulísimo.

Llegamos por fin al mítico Blue Swallow Motel, el objetivo de nuestro viaje de hoy y uno de los deseos de Geni, dormir ahí por los neones que siempre le gustaron. Lugar de viajeros del Route 66, conserva el sabor de antaño en la habitaciones, todas ellas decoradas con objetos del pasado regentado por Kevin y Nancy, dos personas que sólo saben sonreír y hacer la estancia más agradable. Las habitaciones son geniales, hasta los teléfonos son de los negros antiguos con dial de rosca y son lo primeros que vemos en nuestra vida que a día de hoy funcionan!!! Nos entregamos sin pudor a nuestras gandiadas y disfrutamos de una agradable cena delante de nuestras habitaciones.

miércoles, 17 de agosto de 2011

Texas

Lo primero que hacemos al empezar el día es visitar la ciudad de Oklahoma City, famosa por albergar anualmente una de las ferias de ganado más importantes del país. Eso y el petróleo son los principales motores de la ciudad. También es tierra de indios, pero la verdad es que no vemos gran cosa de eso. Es domingo por la mañana y si normalmente las ciudades americanas nos resultan vacías, lo de ésta es sobrenatural. Hemos llegado a pensar que han gaseado la ciudad, que ya no queda nadie vivo y que sólo quedan los edificios en pie. Damos nuestras vueltecitas de primera hora y nos encontramos de frente con la botella de leche gigante. Es increíble lo que entienden por monumento en este país.
Alvaro y la botella
Derechitos al Capitolio para continuar el viaje lo antes posible. La ruta en la ciudad se pierde un montón por las modificaciones urbanísticas, así que, como ya nos conocemos el tema, cuanto antes salgamos mejor.
Los niños con Marian enfrente del Capitolio y un indio 
con las primeras botas UGG de la historia
Ruta adelante nos encontramos con Hydro, la ciudad en la que vivía Lucille Hamon que desde los años 40 eran The mother of the Mother Route, una camarera encantadora que cuidaba de los viajeros y que seguramente sigue haciéndolo desde el cielo ya que murió hace unos pocos años. La gasolinera en la que trabajaba aún se mantiene y han construido otra con un museo-restaurante-tienda en homenaje a ella. Como es domingo cierra a las 2, nosotros llegamos 20 minutos más tarde y lo que es este país, no nos dejan entrar a pesar de haber gente dentro. Ellos se lo pierden.
Antigüa casa de Lucille
Nueva casa de Lucille
Como no nos dejan comer ahí, llegamos hasta Clinton. Parece ser que la suerte empieza a sonreírnos y el museo de la Ruta 66 que debería estar cerrado por ser domingo, está abierto, guay! Comemos primero en El Alamo, el restaurante italiano que está enfrente y de cabeza al museo. éste es uno de los más bonitos de la ruta porque está planteado de forma diferente. Atraviesas varias salas, cada una referenciada a una etapa diferente en el tiempo. Los pioneros, Frank Sinatra, Elvis, Hotel California... Además hay un botón en cada etapa y si lo presionas no sólo te acompañan los recuerdos de la ruta sino también su música. 
Susana en la parte de setentera de California


Siguiendo la ruta nos encontramos de repente en medio de un campus. Los típicos tópicos se cumplen y sin darnos cuenta, en mitad de un campo de no se sabe lo qué, nos encontramos con la banda de la universidad ensayando. Es una realidad, los marginados de la clase, los freaks que diría Sergio, son los que tocan y el más regordete es el del trombón. ¿Será para llenarlo? En un campo de rugby que hay al lado, están los molones entrenado. Agüita con los golpes que se dan.


En Elk nos encontramos con una especie de Cortylandia del lejano Far west que tenía su punto. Han recreado un pueblito con su barbería, su cárcel, su iglesia, su banco... todo nuevo pero todo lleno de cosas de la época donadas por iniciativa privada. Cómo no, cerrado por ser domingo. Ahí me da por hacerme fotos sentada en bancos, los hay chulísimos! A Marian, que es más romanticona, le da por los puentes y los templetes de madera. No es que nos mate, pero vale...


Justo al lado un museo de la ruta... también cerrado. Empezamos a pensar que viajar en domingo no es una buena idea para estos temas. En Sayre sólo nos damos una vuelta en coche, no da para mucho más. Un poquito más y salimos del estado de Oklahoma para entrar en Texas. 

Entramos en Texas cruzando un arco muy folclórico -el primero que nos señala un cambio de estado- parando en una gasolinera con área de descanso. Nos llevamos dos gratas sorpresas. La primera, un museo de coches antiguos y de la ruta impresionante y, como dice Geni, sin tener que pagar ni un dólar. La segunda, podemos por fin llegar pronto a un hotel y hacer la colada!!!
Acabamos parando en Shamrock -trébol, cosa que no entendemos porque aquí, lo más parecido a un irlandés somos nosotros- famosa por ser donde se cruzan la Ruta 66 y la 83 que une Canadá con Méjico. Como diría Gomaespuma, crisol de razas cruce de caminos. Un buen hotel con lavandería en el que ponemos unas cuantas lavadoras y otras tantas secadoras mientras nos tomamos algo en el bareto de al lado. Esta vez triunfa el feminismo y los chicos se encargan de la ropa. Cena rápida porque estamos literalmente muertos.

martes, 16 de agosto de 2011

De camino a Oklahoma, pero esta vez Oklahoma City

Salimos pronto buscando el museo que hemos leído en la guía, el Darryl Starbird's Custom Museum. Una vez más, nos cuesta más de lo previsto dar con él. Horrible comienzo, pérdida de ruta. Realmente está fatal identificada. El museo pertenece a un tipo, el tal Darryl que se ha dedicado a recuperar coches antiguos, tunear unos cuantos y a inventarse otros muchos. La entrada son 8$ y si te gustan los coches no dejes de ir. Geni, condicionado tal vez por su profesión, lo disfruta más que ninguno. La verdad es que hay coches que son espectaculares.
Alvaro, Marian y Geni en el coche que quieren robar :P
El coche de los Autos Locos que ha
replicado él mismo con sus manitas
La siguiente parada es Vinita, una ciudad "famosa" por muchas cosas, entre ella por tener el McDonalds más grande del mundo -a los que estuvisteis en Moscú, que sepáis que ese es el segundo más grande, nos mintieron!!!-, su festival de Criadillas fritas que se celebra en septiembre -realmente es una pena no haber coincidido- y sus tiendas de antigüedades. Ahí peco, me compro una tele de los años sesenta de las redonditas y una calculadora antigüa Remington, chulísimas, no sé cómo me las llevaré a España pero me encantan...
Por la ruta paramos en Totem Pole Park, un lugar muy recomendado en todas las guías por ser un sitio en el que se encuentra el tótem más grande del mundo. Ni qué decir tiene que nos pareció, como dice Marian, un lugar al que llevar a los niños de su cole. A Geni, sin embargo, le encantó. Vaya por él esta fotito.
Geni en el super tótem
Y por fin llega el ansiado momento en Catoosa en el que Marian, que lleva conduciendo todo el día, se encuentra con la Blue Whale, la ballena azul que tanto llevaba esperando. Se trata de una construcción que Hugh Davis regaló a principios de los 70 a su mujer Zelta por su aniversario dado que ella coleccionaba ballenas. Ríete del Taj Mahal, esto sí que es amor!!! Se puede entrar en su interior y tiene rampas y toboganes que llevan al agua, ventanas e incluso una escalera por la que acceder a un segundo piso. Era utilizada por la familia como lugar de ocio. Los viajeros de la ruta la también comenzaron utilizándola y acabó siendo abierta al público. Hoy en día sólo se visita, el estanque es más que verde lleno de algas y peces extraños y ojalá no se te caiga nada al agua porque si es por mí, ahí se queda.
Marian y Susana haciendo de ballenas en la Ballena Azul
En Tulsa nos llama la atención los edificios Art Decó. Tema: Este estilo no es exactamente lo que en Europa entendemos por Art Decó. Se trata de un estilo que mezcla las líneas rectas en la estructura con formas redondeadas en la parte superior en su mayor parte de cemento pintado. Muchas veces está más cerca de un modernismo incipiente con toques poperos, que del auténtico Art Decó, pero es muy chulo.
Iglesia de Tulsa en la Avenida Boston
La comida es en el 5&Dinner. Un local muy chulo que recrea el rollo de American Graffiti. Cada mesa tiene una mini juke box, los baños son preciosos, el ambiente megaretro... nos encanta.
En la foto no se nota pero la roller girl es igual que Tita Cervera
Al ladito mismo del 5&Dinner está la tienda Harley. Tan sólo compramos el body de Noam, pero la visita merece la pena. No hemos visto tantas motos juntas en la vida. 
Los tres malotes en la tienda Harley
Y un vídeo para ver lo chula que es...




En Arcadia encontramos uno de los pocos graneros que hay en E.UU. con forma redondeada -apenas hay más de 20 en todo el país-. Se debe a que los tornados, cuando pasan por edificios con ésta forma, no los elevan, sino que los evitan y no sufren ni cero esa fuerza de la naturaleza. Éste data de xxx y toda la estructura, salvo el techo que tuvieron que cambiarlo hace unos años porque se colapsó, es original. Ahora mismo tiene la parte inferior dedicada a un museo de la ruta y la segunda a zona de eventos. No podemos ver ni la una ni la otra porque lo pillamos cerrado, pero vemos el edificio por fuera que es una pasada.


También en Arcadaia está Pops, un garito al lado de la carretera con más de 500 sodas diferentes. Es muy nuevo y, siguiendo con la tradición de la ruta, han instalado una botella gigante de neón a la entrada. Nosotros lo pillamos de día pero seguro que de noche mola más.


De camino a Oklahoma City nos encontramos, por sorpresa, una concentración de coches impresionante. Los coches cuidadísimos, la mayor parte de ellos con el capó abierto para ver lo impolutos que están los motores. Si tienen premios o trofeos los colocan delante, en el suelo o donde sea para exhibirlo. Los propietarios están orgullosísimos de mostrarlos, y la realidad es que tiene motivos para ello. Están tan lustrosos que la mayoría parecen recién salidos de la fábrica. Ahí va una foto de uno de ellos.
Marian intentando robar un coche, es una psicopeta
Dormimos en Oklahoma City, objetivo cumplido pero ni recordar queremos lo que nos costó encontrar hotel. Fue horrible. Dejamos para mañana el visitar la ciudad.